domingo, 17 de abril de 2011

El determinismo aplicado a los mercados... 2ª Parte...

¿Por qué?

Aún hoy, los físicos siguen sintiendo un respeto casi religioso por la Cuántica. Con el tiempo comprendemos la teoría de la relatividad. Pero con la Cuántica lo poco que se puede hacer es llegar a “acostumbrarse” a ella con los años.

¿Qué es lo que diferencia tanto estas dos formas de comprender el mundo? ¿Por qué tanto revuelo con una teoría que simplemente “funciona”?

La mente humana occidental es incapaz de aceptar en su fuero interno la Física Cuántica porque no soporta la indeterminación de sus principios. Porque la Cuántica no respeta la lógica aristotélica en la que hemos crecido y comprendido el mundo que nos rodea. Algo no puede ser y no ser al mismo tiempo, algo no puede estar en dos sitios al mismo tiempo, etc. Hoy, las desigualdades de Bell han demostrado que Einstein no tenía razón. Sabemos que no existen variables ocultas, deterministas, escondidas debajo del aparente azar y contradicción de los fenómenos cuánticos. Él no lo sabía, pero los esfuerzos de Einstein en sus últimos años fueron en vano…

Para cualquier fenómeno -desde la densidad del tráfico que podemos encontrar en la autopista, hasta la posición de Júpiter el próximo mes-, nos empeñamos en buscar una “explicación razonable”. Y por razonable entendemos lógica, coherente, determinista.

Nos esforzamos entonces en buscar algún tipo de ley detrás del fenómeno observado. Una ley que tendrá que cumplirse siempre, unas fórmulas que serán “obedecidas” para tranquilizarnos. Un modelo al que podamos sujetarnos para tomar decisiones fundadas. Y esto es así porque nuestra psicología occidental no puede soportar la incertidumbre del “no saber qué pasará en el futuro”.

Sin embargo, la ciencia nos ha revelado que existen dominios fuera del alcance del antropocéntrico determinismo que le exigimos al Universo. Hoy conviven con nosotros al menos tres mundos no deterministas: El de la física del caos (la mariposa que puede provocar un huracán impredecible), el de los fenómenos cuánticos (que permiten la existencia de ordenadores), y el de los Mercados Financieros en el que estamos inmersos día a día.

Si algo tienen en común estos tres universos es que, además de su complejidad, el determinismo clásico parece haber desaparecido de ellos. Dejándonos desarmados frente a sucesos que no podemos predecir. Al menos, en el sentido clásico que nos tranquiliza.

Por ello no es de extrañar que muchos de aquellos que se aproximan a los mercados por primera vez sueñen con descubrir un camino que les lleve de nuevo a la acogedora senda del determinismo. Sueñen con esa gran teoría que podría explicar de forma razonable y predictiva el loco comportamiento de los Mercados. O la de aplicar complejas técnicas provenientes de diferentes campos de la ciencia... "CONTINUARA"

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